12 de diciembre de 2011

discurso del sosías de un dictador

Si hay un icono del cine mudo, ése es Charles Chaplin. Tras pasar por varias vicisitudes, logró a principios del s.XX consagrarse como uno de los actores más importantes de la Historia. Además, era director, compositor y productor. Con la llegada del cine sonoro, retrasó lo máximo que pudo el interpretar papel alguno hablado. Hasta que con "The Great Dictator" (1940) pareciera que ejecutó su canto de cisne sobre el 7º arte sonoro.

La película se retrasó en su estreno por presiones políticas (los USA aún eran neutrales en la 2ª G.M.). Se dice que Hitler -representado por el papel del dictador de Tomania, Adenoid Hynkel- la vió un par de veces, pero se desconoce cuál era su opinión al respecto. Tras sufrir más de 10 años de persecuciones por parte del Comité de Actividades Antiestadounidenses, en 1953 Chaplin tuvo que exiliarse de los States.

Volviendo al film, en la parte final el barbero protagonista (Chaplin) es llevado por error, debido a su parecido con el dictador, para pronunciar un discurso acerca del inicio de la conquista del mundo. Pero al subir al estrado, el sosías improvisa y cambia el sentido de la arenga, en una escena memorable.

Fragmento del original, con subtítulos en castellano. Si quieres bajártelo, puedes hacerlo desde aquí (hosting en megaupload, formato mp4, comprimido en zip) o desde aquí (hosting en 4shared). Aunque haya alguna parte de la disertación que haya quedado un tanto obsoleta (el concepto equívoco de Democracia; pueblo y Poder son términos antagonistas), el mensaje de fondo permanece inalterablemente humanista, sentido y brillante, exponiendo grandes verdades plenamente vigentes. Por último, una famosa cita suya:

Mirada de cerca, la vida parece una tragedia; vista de lejos, parece una comedia. Nunca te olvides de sonreír, porque el día en que no sonrías será un día perdido. La vida es una obra de teatro que no permite ensayos. Por eso, canta, ríe, baila, llora y vive cada momento, antes de que baje el telón y la obra termine sin aplausos. Hay que tener fe en uno mismo. Aún cuando estaba en el orfanato o recorría las calles buscando qué comer, me consideraba el actor más grande del mundo. La vida es maravillosa... si no se le tiene miedo. Sin haber conocido la miseria, es imposible valorar el lujo. Más que maquinaria necesitamos humanidad, y más que inteligencia, amabilidad y cortesía. Fui perseguido y desterrado, pero mi único credo político siempre fue la libertad.