1 de marzo de 2011

trabajar menos = vivir más

El verdadero producto del proceso económico es un flujo inmaterial: el placer de la vida. (Nicholas Georgescu-Roegen, economista rumano)

En 1930, el conocido economista Keynes anunció que, para comienzos del s.XXI, la semana laboral se vería reducida a 15 horas. Afirmaba que en esta fecha ya no serían necesarias tantas horas de trabajo para ganar el suficiente dinero para tener cubiertas las necesidades básicas. Parece que se equivocó en su profecía.

Sin embargo, considerando que desde 1919, año en el que se estableció la jornada diaria de 8 horas, la productividad ha crecido entre de 500% a 600% de media en el mundo, resulta absurdo que hoy se exija seguir trabajando 8 horas. Y peor aún, que se prolongue la jornada de trabajo hasta 12 ó 14 horas. Esta desproporción hace que se mantenga el desempleo y, como consecuencia de ello, la pobreza. Además, despoja del derecho al tiempo libre (ojo! que el ocio mal entendido tiene la capacidad de revertirse también en esclavismo). Por si fuera poco, genera un gigantesco excedente de capital que se dirige a la especulación. 

Tras algún puntual, tímido y fallido intento en Occidente a finales del s.XX por introducir las jornada de 35 horas semanales o de 4 días laborales, veamos otras propuestas más atrevidas pero no por ello perfectamente implementables:

* 30 horas semanales. Entre otros ámbitos, desde el anarcosindicalismo se da la paradoja de ofrecer al Sistema capitalista lo que podría ser una solución al pretendido problema acuciante del paro: Reparto del empleo, trabajar todos y menos tiempo, estableciendo la jornada de 30 horas pero, eso sí, sin reducción salarial.
Ya a finales del s.XIX Kropotkin exponía en su clásico "La conquista del pan" que la jornada laboral debería tener el tope de 6 días por 5 horas. Decía en un extracto: Suponed una sociedad de varios millones de habitantes dedicados a la agricultura y a una gran variedad de industrias, supongamos que todos los adultos se comprometen a trabajar 5 horas diarias desde la edad de 20 ó 22 años hasta la de 45 á 50, y que se empleen en ocupaciones elegidas entre cualquiera de los trabajos humanos considerados como necesarios. Esa sociedad podría garantizar el bienestar a todos sus miembros, es decir, unas comodidades mucho más reales de las que tiene hoy la clase media. Y cada trabajador de esta sociedad dispondría de otras cinco horas diarias para consagrarlas a las ciencias, las artes y las necesidades individuales que no entren en la categoría de las imprescindibles.

Los lemmings son unos roedores de los que la leyenda cuenta que periódicamente se arrojan en masa y en fila, como en un suicidio colectivo, al mar para ahogarse.

* 21 horas semanales. Una institución como The New Economics Foundation propuso a principios de 2010 que esta jornada de trabajo remunerado sustituya, con el tiempo, a lo que en la actualidad se considera normal. No hablan estrictamente de 3 días de 7 horas a la semana, sino de distribuir 1.092 horas a lo largo de un año.  

* 20 horas semanales. Rescatando la propuesta que en 1932 hizo Bertrand Russell (famoso filósofo y también autor del texto "elogio de la ociosidad") se ha creado un movimiento que aboga por las 4 horas diarias, difundido entre otros por Carlos Tovar y su "manifiesto del siglo XXI".

Aún no hemos llegado a los planteamientos estrella:

* 4 horas semanales. Tim Ferriss defendió su tesis en un libro (más propio de charlatán vende-crecepelos) donde explica cómo ahorra tiempo en su propio trabajo subcontratando a ayudantes virtuales.

* Trabajar 2 meses cada 4 años. En el libro "la sociedad contra el Estado” del antropólogo anarquista Pierre Clastres (1934-1977) se citan formas de vida de las sociedades primitivas, en concreto de indígenas que con su economía de subsistencia gozaban de abundancia de recursos alimenticios y buena calidad de vida. Un ejemplo son los tupí-guaraní, cuya holgazanería irritaba a franceses y portugueses. Su vida económica se fundaba en la agricultura y accesoriamente en la caza, la pesca y la recolección. Un mismo huerto era utilizado de 4 á 6 años seguidos. El trabajo mayor, efectuado por los hombres, consistía en desbrozar la superficie necesaria con hacha de piedra y fuego. Esta tarea, realizada el final de la estación de las lluvias, los movilizaba durante 1 ó 2 meses. Casi todo el resto del proceso agrícola estaba a cargo de las mujeres, de acuerdo con la división sexual de trabajo. El resultado es que los hombres (la mitad de la población) trabajaban alrededor de 2 meses cada 4 años. En cuanto al resto del tiempo, se dedicaban a ocupaciones que sentían no como esfuerzo sino como placer: cazar, pescar y la fiesta.
 

La frase Arbeit Macht Frei, "el trabajo os hará libres", aparecía en rótulos a la entrada de Campos nazis de concentración de la II Guerra Mundial como Auschwitz, Sachsenhausen o Dachau.

En realidad, el problema radica en el Dinero como patrón para valorar cosas, animales y personas; así como en la misma existencia del trabajo asalariado, dentro de un Sistema corrupto por su propio fundamento. A lo que tendríamos que ir apuntando es a la abolición de lo que los viejos libertarios llamaban la "explotación del hombre por el hombre", que no es más que la estafa del trabajo remunerado monetariamente a cambio de la plusvalía con la que se beneficia un tercero. No son utopías, ni mucho menos, ya se está poniendo en boga el trueque y los "bancos de tiempo": una forma de organización al margen del dinero oficial, que consiste básicamente en el intercambio entre los participantes de habilidades o labores. 

Retomando las observaciones sobre los indígenas anteriormente citadas, el siguiente texto proporciona más pistas de cómo y porqué se desbarajustó todo:

Un oficial del gobierno de los Estados Unidos preguntó al gran jefe indio "Dos Águilas":
Has observado al hombre blanco durante 90 años. Has visto sus guerras y sus avances tecnológicos. Has visto su progreso y el daño que ha ocasionado.
El gran jefe asintió con la cabeza. Entonces el oficial continuó:
En tu opinión, teniendo en cuenta todo lo acontecido, ¿dónde se equivocó el hombre blanco?
Entonces, el gran jefe respondió:
Cuando el hombre blanco llegó a nuestras tierras, no existían los impuestos, ni las deudas. Las tierras pertenecían a la naturaleza, había muchos búfalos y castores, agua en abundancia. Las medicinas eran proporcionadas por la tierra y no costaban nada. Las mujeres permanecían en el hogar mientras los hombres salían a cazar y a pescar, al anochecer regresaban a casa para hacer felices a sus mujeres, haciendo el amor hasta el amanecer. Sólo el hombre blanco es lo suficientemente estúpido para pensar que puede mejorar un sistema como ése.
(visto aquí)

Finalmente, y buceando en lo que es la etimología del asunto, hay que recordar que la palabra "trabajar" y derivaciones similares de las demás lenguas romances, provienen del latín "tripaliare". Verbo formado a partir del sustantivo "tripalium": instrumento de tortura consistente en un yugo de 3 palos al que se ataba a los esclavos.