6 de octubre de 2010

caricioterapia

El tacto es el medio de comunicación que tiene el cuerpo con el exterior. Las terminaciones nerviosas de la piel envían señales al cerebro, el cual libera ciertas sustancias -las famosas endorfinas- que benefician no sólo nuestro ánimo sino que pueden detener o incluso curar dolencias. Nos centraremos en las caricias (según la RAE: Demostración cariñosa que consiste en rozar un cuerpo suavemente con la mano) aunque en este contexto sobre sus efectos terapeúticos tanto vale para abrazos o masajes. Sin embargo, la caricia, aunque aparentemente no manifieste la intensidad de contacto de las anteriores, tiene la propiedad de ser un estímulo efectivo y una muestra de afecto más discreta que el abrazo (que en alguna ocasión puede resultar "invasivo") y sencilla que el masaje. Además, hay una amplia gama de variedades: desde las erótico-sensuales hasta las más puramente amorosas pasando por las amistosas o las familiares.

Esta capacidad antes citada de provocar una mejoría en la salud psíquica incluso física fue sobre todo comprobada científicamente en los bebés y niños pequeños. En el caso de los recién nacidos se descubrió que, para la supervivencia y el desarrollo, las caricias son casi tan esenciales como la comida. Las caricias ayudan en las relaciones neuronales, en la tonicidad de los músculos, en el refuerzo del sistema inmunológico, en el proceso afectivo, en la socialización y en la adquisición del lenguaje.

Una de las investigaciones que corroboran lo dicho fue presentada en 2008 por un equipo de neurocientíficos de la Universidades de Liverpool, Uppsala y Gotemburg. Concluyeron que un sistema de un tipo de fibras nerviosas de la piel responden a las caricias del mismo modo que los receptores del dolor, de forma que cuando se estimulan pueden llegar a disminuir la actividad de los nervios que transportan la sensación de dolor. Se analizaron las respuestas nerviosas de muchas personas, descubriendo que cuando se acaricia a la velocidad adecuada de 4-5 centímetros por segundo se activa una fibra nerviosa llamada C-Tactile, responsable de la sensación placentera.

A final de agosto de 2010 apareció una noticia sobre una madre australiana que logró reavivar a base de caricias a su hijo prematuro. Jamie Ogg, nacido con 900 g., fue dado por muerto por los médicos, pero Kate y David (los padres) consiguieron que volviera a la vida. Cuando le dejaron a la madre al bebé para que le diera "el último adiós", lo acunó y tras un rato largo de acariciarlo y hablarle se percataron que parecía reanimarse, ante la negativa en primera instancia del médico que adujo que eran "actos reflejos", cuando Kate le ofreció con el dedo al pequeño un poco de leche materna finalmente apareció una respiración regular.

Bibliografía, no tanto usada para el texto como recomendada per se: www.mailxmail.com/curso-educacion-infantil-pautas-psicologicas, "El poder de las caricias"  Adolfo Gómez Papí, "Bésame mucho" Carlos González.