3 de septiembre de 2010

chumy chúmez

Este humorista, uno de los más grandes en la Ex!paña del s.XX publicó viñetas y artículos durante el franquismo en las publicaciones "La Codorniz", "Triunfo" y "Madrid", donde sus creaciones radicalmente contundentes y explícitas tuvieron que lidiar con la censura de la época. En los '70 fue fundador y director de la revista "Hermano Lobo". Pintor de vocación, también realizó trabajos como director de cine, colaborador radiofónico y escritor.

En sus chistes (¿?) gráficos, muchos de ellos muestras perfectas de humor negro, condensa de forma magistral la ironía y la denuncia de las injusticias e incoherencias de este mundo. Elementos constantes son los figurantes que recuerdan el estilo goyesco de la estapa oscura, la presencia de la enfermedad y la muerte y sus representaciones, aparición de perros de mal agüero, panorámicas de amplios y vacios secarrales del agrio hispano, etc... a lo que hay que sumar el propio carácter exageradamente hipocondriaco del autor. No se asuste el lector ignorante de su obra: A pesar de todo esto, siempre acaba sorprendiendo y provocando la sonrisa porque, aún con ese tono lúgubre, diagnostica con gracia el tema que trate. Uno de los artistas gráficos herederos de su forma de hacer es claramente El Roto.

En cuanto a su faceta de escribiente, un ejemplo en un viejo texto titulado "Yo no soy abyecto":

El otro día un amigo, sin causa alguna que lo justificase, me dijo que yo era abyecto. No que mi comportamiento con él fuese abyecto, sino que yo personalmente era abyecto. No quise irritarle más de lo que estaba por culpa de mi lío con su mujer y sus hijas y lo de los 20 millones que le debo, y me callé.

Ahora, aquí en el silencio de mi estudio, una sorda irritación me invade cuerpo y alma cuando recuerdo que he sido tachado de abyecto sin serlo. Al menos yo no descubro en mí ese defecto.

Soy feo, ladrón, lascivo, egoísta, corruptor de menores, falsario falsificador de moneda, estafador desde mi situación financiera, servil, adúltero, homicida, instigador de los abortos de mis innumerables amantes, traficante de blancas, prestamista a intereses abusivos, prevaricador, traficante de drogas, adulterador de los productos que fabrico en mis empresas alimentarias, cruel con quienes se enfrentan a mis intereses, brutal, sádico a veces, vanidoso, difamador, codicioso y seguramente también soy portador de las pasiones que desatan los siete pecados capitales. No lo niego porque sé reconocer mis pequeños defectos. Pero con la misma firmeza que acepto ser lo que reconozco ser, niego ser abyecto. No tolero que se me acuse de algo que carece de objetividad. Yo soy corruptor de menores, por ejemplo. Eso es un hecho objetivo. De eso me podía haber acusado mi amigo, que conoce mis relaciones con sus hijas. Yo habría aceptado dignamente su apelativo. Pero lo de abyecto no puedo consertirlo porque es una estimación subjetiva que me ofende profundamente.

¡Con qué facilidad juzgamos a los demás sin conocerlos! Aquí, desde la soledad de mi estudio, intento saber por qué me habrá llamado abyecto, por qué me acusa de abyacción, qué razones le autorizan a sentirse autorizado a achacarme esa vagorosa, digamos, "abyeccidad". No lo comprendo. Me ha tratado como un insecto. Y eso que ignora lo de mis relaciones sexuales con su abuela.


Si quieres saber más de este genio, puedes consultar alguna de las siguientes webs: una, otra, y especialmente ésta.